jueves, 31 de enero de 2013

Capítulo 5: La chica del BMW

Aquel excitante sábado dio lugar a un domingo más relajado, de película en el sofá y cantidades industriales de palomitas y Coca-Cola. 
El lunes volvía la rutina del trabajo. A pesar de mi ascenso, no me encontraba cómodo últimamente, mi antiguo jefe tras ser despedido, me hizo el flaco favor de cubrir de mierda mi nombre, y lo que aún era peor, mucha gente se había creído a rajatabla lo que él había dicho. Al menos no decían nada, sólo se limitaban a mirarme mal. Aquel lunes tocaba trabajar también por la tarde. A la hora de la comida, bajé al párking a por las gafas de sol, que me quedaran en el coche. Desde la ventana de mi despacho entraba una luminosidad increíble, siendo innecesaria toda lámpara en un día como aquel. Al abrir el coche y coger la funda de mis Ray-Ban de aviador, mientras cerraba la puerta una voz de mujer me llamó:
- Perdona, ¿puedes ayudarme? el coche no me arranca y se me quedó el móvil sin batería... 
No conocía a aquella chica. Era joven, unos veintipocos, rubia, bastante guapa, con el pelo liso y a la altura de los hombros. Aunque estaba nerviosa y se notaba cierta intranquilidad en sus ojos, sonreía. Miré a su coche, era un BMW serie 3 coupé, un e92 negro. Parecía muy nuevo y bien cuidado.
- Claro, respondí. Intenta arrancarlo de nuevo, dije mientras me acerqué a la puerta del conductor mientras ella se sentaba al volante. Al girar la llave, ningún ruido se producía.
- Tiene gasolina, no sé que le pasa...
- Parece que es la batería, o podría ser un fusible... por favor ábreme el capó y miro si es de la batería. La chica obedeció, abrí el capó y ella se acercó a mí. Levanté el protector del borne y enseguida vi el problema. Mira, le dije, ves este cable -ella asintió- tenía que estar haciendo contacto con el borne de la batería, para eso, hay un tornillito que sujeta esa pieza metálica para que haga cierre mientras toca el borne. Se ha aflojado. Miré a la chica y tenía una cara de no haberse enterado de nada. Fui a mi coche por un desatornillador, rodeando la parte trasera del coupé muniqués. Vi la chapa identificativa, era un 325i, la chica tenía gusto para los coches. Apreté el tornillo, puse el protector y cerré el capó. Le dije que arrancase ahora, el coche arrancó a la primera y la sonrisa de la chica se hizo aún más luminosa. Apagó el motor, cerró la puerta y se acercó de nuevo a mí, mientras guardaba el desatornillador en el maletero del Shelby.
- ¡Muchas gracias! Llevo media hora peleando aquí y nadie me ha ayudado. Menos mal que me has ayudado. ¡Ah! no me he presentado, me llamo Alba, soy la nueva intérprete de la empresa. Hoy es mi primer día aquí.
- Yo soy Juan, de asesoría jurídica. Un placer.
Nos dimos los dos besos de costumbre, y de pronto ella miró a mi coche:
- Es un Mustang del 68, ¿verdad?
No podía creer lo que oía, una chica que lleva un BMW 325, ahora me preguntaba si mi coche era un Mustang. Desde luego, la chica algo sabía de coches.
- No exactamente, la carrocería es de un Mustang, sí, pero el coche está modificado por el preparador oficial de Ford en los 60, Shelby...
- Ah sí, el de los Cobra -me interrumpió- 
Increíble, cada vez me caía mejor Alba, las apariencias engañan, jamás diría que una chica como ella entendiese tanto. Miré el reloj, era hora de comer. 
- Alba, ¿ibas a comer a tu casa?
- Sí, ¿pero con todo este lío no me da tiempo, conoces algún sitio cercano?
- Claro, aquí al lado hay un sitio muy bueno, barato, dan muy bien de comer, no es el Ritz, pero bien vale. Si necesitas, usa mi móvil para avisar a quien sea.
- Gracias, ¿no te importa que vaya contigo no? Gracias.
Cogió el teléfono y mandó un sms. Después fuimos juntos hacia el restaurante. Durante la comida estuvimos hablando, era una persona muy agradable.
Los días fueron pasando y fuimos afianzando nuestra amistad, al menos ahora tenía un amigo en la empresa, algo que no podía decir desde que entré allí. Siempre venía a llamarme al despacho -se sorprendió al saber que era director de departamento- para ir a tomar un café juntos a la hora del descanso.
Nuestra amistad y confianza mutua iba en ascenso, un día la invité a ella y a su pareja a cenar en nuestra casa. Ella aceptó y al siguiente fin de semana vinieron ella y su novio, Andrés, un chico alto, moreno, de aspecto serio pero agradable. Fue una cena muy divertida, se les veía muy felices juntos. Al marcharse ellos de la cena y tras decir que había que repetir la cena, pero que Rebeca y yo seríamos los invitados la próxima vez, los acompañamos hasta su coche, el BMW negro de Alba. Al marcharse ellos, mi chica me dijo:
- ¡Qué monos! da gusto verlos juntos, hacen muy buena pareja, son muy majos.
- Tienes razón. Me recuerdan a nosotros cuando empezábamos a salir jaja.
La vuelta al trabajo volvió a ser como siempre, hasta que un viernes al salir al mediodía, en el párking, Alba me dijo:
- Mi coche corre más que el tuyo.
- Lo dudo mucho...
- ¿Y si echamos una carrera? el primero que llegué a la valla de la salida gana.
Nuestros coches estaban aparcados uno al lado del otro, había espacio suficiente para correr los dos en paralelo, después habría que girar a la izquierda, encarar una pequeña rampa, salir del edificio y ya estaría allí la garita del guardia de seguridad y la valla.
- Cuando el reloj digital del fondo de la pared marque las y 22, salimos ¿ok?
Faltaban unos cuarenta segundos para eso, en señal de aceptación di dos acelerones al Shelby. Llevaba las ventanillas bajadas, ella también y de su coche empezó a sonar una canción que hacía tiempo que no escuchaba, "Ramp" de Scooter, de cuando yo empezaba a salir de juerga.
El reloj marcó las y 22. Arrancamos, el rugido del Shelby enmudeció al coupé alemán. Segunda, tercera, y ya venía el giro. Si por algo son conocidos los "Pony cars" es por su poca adaptación a las curvas en comparación con los coches europeos, así que frené bastante, y cuando me disponía a girar con cuidado de no derrapar, so pena de acabar empotrado contra una columna, vi como por mi izquierda Alba me adelantaba como una exhalación, tomando la curva ¡totalmente de lado!. Tenía manos, la chica, y un par de huevos, pensaba mientras veía como la trasera de su BMW retornaba a la posición habitual tras recuperar con una maestría propia de Carlos Sainz el derrape. Aceleré y me pegué a ella. Se me vino a la cabeza la supuesta frase de Walter Röhrl "antes fuera de la carretera que vencido por una mujer", era inútil ponerse así, no había espacio suficiente para adelantarla, la vaya estaba cerquísima, si no frenaba, me estrellaría contra "la dama de negro". Era un claro ejemplo de que la potencia sin control no servía de nada, jugó con la ventaja de un buen reparto de pesos con menor potencia. Mis quinientos caballos llegaban al suelo mediante un eje rígido, y no tenía la ayuda de un autoblocante, la única ayuda que el Shelby tenía a la conducción era rezar un padrenuestro a San Cristóbal. Tenía el peso muy mal repartido. No contaba con unos amortiguadores Koni como los del Shelby GT350R del 65, más ligero, menos potente, pero con mejor adherencia. Aparte, ella, seguro que desactivó el ESP de su 325.
El guardia de seguridad salió de la garita:
- ¡Estáis locos! a quien se le ocurre ponerse a correr en el párking...
Agachamos ambos la cabeza, como dos niños malos cuando son regañados en el colegio. tras pasar la valla, ella se echó a reír escandalosamente desde su coche, me echó la lengua y pude leer en sus labios un "¡¡¡te gané!!!".
Aquella princesita bávara había ganado al rey de la carretera, pero su conductora, era una fuera de serie y merecía la victoria. Acepté la derrota, que me vino muy bien para bajar mis humos tras mi victoria contra aquellos tipos del Hyundai.


(Este capítulo está dedicado a mi amiga Alba, gracias por estar siempre ahí)

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