jueves, 31 de enero de 2013

Capítulo 13: La caza

Era hora de recordar quien me debía favores. Para ello había que desenterrar una parte de mi vida de la que no me sentía muy orgulloso, una época en la que si no llega a ser por Rebeca, yo hubiese acabado en la cárcel o en el depósito de cadáveres. Pero estaba desesperado, necesitaba un clavo ardiendo al que agarrarme. hace años, cuando tenía dieciocho fui miembro de una banda de moteros. No pasé de ser poco más que un prospect, pero enseguida me gané el respeto y la confianza de mis superiores en la banda, sabía tener el pico cerrado, y como estudiaba Derecho, podía sacarlos de algún lío. Abandoné la banda por petición del presidente, me dijo que un chaval como yo no debía estar en esa banda, sería cuestión de tiempo que acabase con antecedentes penales y se me cerrasen todas las puertas en el futuro. Dijo que no quería que un chico tan joven como yo arruinase su vida tan pronto. Lo hice, y siempre me consideraron su amigo, un supporter, siempre me saludaban por la calle y me decían que estaban en deuda conmigo por un asunto de agresiones, mi primer juicio. Decidí que era hora de romper con mi promesa de no pedir que me devolviesen el favor. Entre en su sede, llamé a la puerta.
- ¡Buenas! ¿sigo siendo bien recibido por aquí?
- Claro que sí -me dijo el presidente mientras me daba un apretón de manos y un abrazo-. Hace mucho que no te veíamos, espera que llamo a los chicos para que vengan a saludarte.
- Déjalos, me iré pronto, vengo a pedirte una cosa.
- Lo que sea, estamos en deuda contigo, y sabes que soy de palabra.
Le conté toda la historia, como a mí, le pareció un asunto muy extraño, pero decidió localizar al exnovio de Laura. Llevaría tiempo, pero llegaríamos a él.
El tiempo fue pasando, y el embarazo de mi esposa evolucionaba perfectamente. La ligera barriguita había pasado a la historia y ahora el embarazo era más que evidente. Yo seguía haciendo imposibles para cuidarla. Siempre que podía la acompañaba al ginecólogo, en todas las revisiones estaba yo acompañándola. Habían pasado nada menos que cuatro meses, y ya estaba deseando que naciese. Fuimos a una de las revisiones, al hacer la ecografía, la doctora, una mujer muy agradable y aún joven, se dirigió a nosotros.
- ¿Tenían alguna preferencia sobre el sexo del bebé?
- Yo no -dijo Rebeca- no sé si él...
- Yo tampoco doctora, sólo quiero que sea sano.
- Por eso no se preocupen, está perfecto. Sólo que en está ecografía se ve tan claro que me da pena no decirles el sexo de la criatura...
- Bueno, pues adelante...
- Enhorabuena, es una niña.
Cogí la mano de mi esposa, nos miramos, apenas podía verla, estaba tan emocionado que empecé a llorar, ella también. Tendríamos una niña, sinceramente me daba igual el sexo, pero deseaba que poder tener ya a aquella niña entre mis brazos. Al salir de la consulta Rebeca empezó a hacer planes, deberíamos comprar ya algo de ropa, decorar un poco más la habitación para una niña, ella pedía que el blanco de aquella habitación pasase a ser un rosa claro. En el trabajo, al saber la noticia invité a mis amigos a algo, había que celebrar que mi primogénita estaba en camino. Ahora la futura mamá decía ya sentir alguna patadita.
El tiempo fue pasando y un día, a la noche recibí una llamada de teléfono, aunque era tarde, lo cogí sin miedo alguno a que fuese una amenaza.
- Juan, tenemos localizado al montón de mierda que quiso matarte. ¿Te encargas tu de él o lo hacemos nosotros?
- Dejádmelo a mí, pásame la dirección, mañana a la noche iré a por él.
- ¿necesitas ayuda?
- No me vendría mal tu ayuda.
- Vale, mañana a las diez quedamos en el bar.
Aquella noche tampoco dormí, estaba deseando partirle el cuello al desgraciado aquel. Aparte de intentar matarme a mí, le pegó a una mujer. No entiendo por qué un hombre le pega a una mujer. Si lo hace para sentirse más hombre, creo que está equivocado, un hombre de verdad no le pega a una mujer, un hombre se siente un hombre de verdad cuando la hace feliz, al menos esa es mi opinión. Aquel día pronto se acabó, al siguiente le dije a Laura, tal y como había prometido que sus problemas pronto se iban a terminar, en un par de días. Ella no parecía muy convencida, pero yo estaba seguro de que nuestros infiernos personales se iban a acabar muy pronto.
Llegó la noche y le monté una escusa a mi esposa, cogí mi Shelby, el bate, y me dirigí hacia el bar. Allí me estaban esperando los miembros de mi antigua banda. Tras saludarlos, me monté en el coche del presidente, por el camino empezó a hablar:
- ¿Cómo nos lo montamos?
- Tu haz guardia en la puerta del cerdo, yo entró, hago mi parte, y después nos vamos. ¿cogiste la cadena que había en mi coche?
- Sí tío.
- Muy bien...
Llegamos a la casa de aquel tío, una casa pequeña, tenía más pinta de chabola que de casa. Fuera había un coche aparcado, no había duda, un Lada priora negro, con matrícula extranjera, de un país del este. Sin embargo aquel mierda hablaba un correcto castellano, seguro que se fue a un país de esos para huír de la justicia española, esos países no suelen tener tratados de extradición con España, y la corrupción es mucho mayor, todavía, que aquí.
Llamé a la puerta, tenía el bate escondido tras mi brazo izquierdo, el tío abrió la puerta, me reconoció, intentó cerrar, pero le dí una patada a la puerta, abriéndola y tirando a aquel imbécil al suelo. intentó levantarse pero le dí una patada en los genitales, ví con sádica satisfacción como se retorcía de dolor.
- Hola mamón, ¿te acuerdas de mí? tras decir eso golpeé sus piernas con el bate. lanzó un grito. Lo golpeé con más fuerza, y vi que a mi lado había una minicadena, la encendí y empezó a sonar a todo volumen "All my friends are dead" de Turbonegro.
- Lo pasabas bien pegándole a una chica ¿verdad? y ahora ¿qué te parece? 
me agaché y empecé a golpear su cara a puñetazo limpio, noté como mis nudillos hundían su tabique nasal, como sus labios, reventaban, como uno de sus dientes caía de su boca. la sangre salía a borbotones por su nariz y su boca, cada vez que intentaba respirar, recibía un golpe. Decidí tomar un descanso, el cerdo cogió aire y empezó a hablar:
- Vale, aprendí la lección. pero yo no soy quien te está amenazando ahora. Me pagaron para que te tirase de la moto, pero yo no te estoy amenazando, el tio que me pagó es quien te amenaza, no yo...
No quise oírlo, puse mi pie en su entrepierna, apreté y el empezó a gritar como el cerdo que era en la matanza. Seguí golpeándolo, ahora era por mí.
- ¿quien te pagó? ¿quién?
- No sé sólo hablé con él por teléfono, me ingresó el dinero en el banco....
- ¿cómo se llamaba?
-No lo sé, lo juro, deja de pegarme, por favor...
- tranquilo, vine aquí por Laura, ahora vas a pagar todo lo que debes pedazo de mierda... le dí un golpe con el bate en la cabeza y lo dejé inconsciente. 
Metí a aquel tío en el maletero de su coche, le cogí las llaves de un colgador, le di señal al presidente de irnos y que me siguiera con su coche. Puse rumbo a los juzgados, al llegar allí, saqué al imbécil del maletero, le pedí las cadenas al presidente, y amarré al tío a las puertas del juzgado.
- Mira, ahora vas a pagar por todo lo que hiciste, considérate afortunado de que no te haya matado. te meterán en una bonita celda, y tu compañero seguro que se hace muuuy amigo tuyo en las duchas, cuando te ponga el culo como la bandera de Japón. Como digas quien te ha hecho esto, juro que te mataré.
Daba pena verlo, con la cara desfigurada, encadenado en las barandillas de la escalera del juzgado, se había orinado encima cuando le pegué. me daba igual. Ahora iba a pagar.
Volví a casa y pensé en todo lo que hice esa noche, había dado una paliza de muerte a una persona, y había disfrutado haciéndolo, eso me daba miedo. Quizás de quien mas miedo debemos tener sea de nosotros mismos.
Al día siguiente en todos los telediarios salió la noticia de que un hombre que estaba en busca por parte de la policía española apareció encadenado a las puertas del juzgado, el propio encadenado afirmaba que lo entregaron los de su banda a modo de ajuste de cuentas. Le confesé lo ocurrido a mi esposa, ella se echó a temblar, me gritó, tenía razón, fue una locura.
El juicio empezó pocas semanas después, acudí a el como audiencia pública, el ex de Laura al verme en la sala se estremeció ante mi mirada amenazante, confesó haberla maltratado y aceptó la condena propuesta. Para mi gusto demasiado baja, si por mi fuera, lo habrían colgado en una plaza pública. Laura me abrazó y me agradeció lo que había hecho, por una vez en mi vida, volví a creer en la justicia y en el sistema, pero aún seguía pensando que estaba podrido, en todo este tiempo la policía ni se molestó en buscar a aquel subnormal. creo que mentía y si era el que me estaba amenazando. 
Mi vida empezaba a volver a la normalidad, la noche del juicio dormí estupendamente, ahora nadie volvería a amenazarme, ese malnacido ya estaba en la cárcel...
¡Cuán errado estaba!a la mañana siguiente alguien había deslizado por debajo de la puerta un sobre, me temí lo peor, y se confirmó mi miedo. Una nueva nota:

Los héroes también caen. Has vencido una batalla, pero no ganarás la guerra. No estoy sólo en esto. Tu hora se acerca, tic, tac...

No podía ser, no quería creérmelo, noté como me descendía la presión arterial, corrí a la cocina y eché toda la sal que pude en la lengua. Ahora todo pintaba peor. Había más de una persona que iba a por mí.

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