jueves, 31 de enero de 2013

Capítulo 10: Desde el Karussell con amor

Tras la muerte de mí tío, me tomé más en serio que nunca el ir al Nordschleife. Era nuestro sueño. Ahora tenía unas ganas increíbles, mi amigo Iago también se moría de ganas de ir, me pasé días enteros buscando información en Internet para organizar el viaje. ya había probado el GT-R en una de mis carreteras favoritas, la de la antigua subida al Eume, en el parque natural de las "Fragas do Eume", una de las carreteras más tortuosas en la que tuve oportunidad de conducir. El GT-R, menuda maraavilla, cómo anda esa máquina, parece ir sobre raíles. Tenía algo que me desconcertaba, en el maletero, debajo del logo GT-R tenía una plaquita que ponía "Z-tune", me volví medio loco intentando buscar esa versión en Internet, oficialmente no existía. Esa plaquita, los canards, las llantas Nismo LM negras, unos asientos con los logos de Nismo bordados, no sé, era algo raro.
Un día Alba nos invitó a Rebeca y a mí a cenar en su casa, según ella nos lo debía. En esa cena "el asunto Nordschleife" fue cogiendo más consistencia. Surgió en una conversación sobre los destinos de nuestras vacaciones de Semana Santa ir allí. Le comenté a Alba mi deseo de ir y le propuse apuntarse, aceptó encantada ya que siempre quiso ir de tandas a un circuito, e ir a uno con el anillo norte es algo que, si te gustan los coches, debes hacer una vez en tu vida. Mi propuesta era ir durante las vacaciones de semana santa, salir jueves hacia allí, cruzando Francia y Luxemburgo para llegar a Nürburg, pasar allí el fin de semana de viernes a domingo, salir el lunes hacia Stuttgart, visitar el museo Porsche y el de Mercedes y volver a casa. Me comentaron bajar hasta Italia atravesando el Paso del Stelvio, ir hasta Módena y volver a España vía Mónaco, pero fue descartado, no teníamos tanto tiempo, aunque lo dejé anotado para un futuro.
Pedimos con antelación dos días libres en nuestros trabajos, así nuestras vacaciones de semana santa empezarían el miércoles a la tarde. Una vez nos lo permitieron a los tres, mandé un correo a la dirección japonesa que mi tío me indicara. A las pocas horas recibí la respuesta.

Estimado señor Díaz,
en primer lugar reciba mis condolencias por el fallecimiento de su tío, era un buen amigo mío.
Le confirmo que ya tengo sus pases para el circuito, para los tres asistentes, y los he inscrito en unas tandas cronometradas que se celebrarán el domingo usando el circuito en configuración de las 24 horas. El día que lleguen recójanlas en mi oficina, ya tienen dos habitaciones reservadas en el hotel Dorint, su estancia aquí será gratuita, un favor que le debo a su difunto tío.
Atentamente, Kazuma Ichiwara, Nismo Europe


Eso aún me desconcertó más, ¿qué relación tendría mi tío con aquel japonés? Una vez recibido el mail del japonés, empezamos a organizarnos. El tiempo fue pasando, y por fin llegó el día. Habíamos quedado a las siete de la mañana en una gasolinera cercana a la entrada de la autopista. Me levanté muy pronto aquella mañana, ya había dejado la maleta hecha la noche anterior, unas mudas, otro pantalón, tres camisetas, otras zapatillas, el mono ignífugo, los botines, los guantes y el casco. Me levanté y me duché lo más silenciosamente que pude para no despertar a mi chica, estaba preciosa durmiendo, aunque tuviese el pelo todo alborotado. Le dí un beso de despedida y pareció despertarse un poco.
- uhmm -dijo con voz dormida- ¿ya te vas?
- sí, ¿seguro que no quieres venir?
- Dar vueltas a un circuito hasta marearme, no gracias, no hagas el loco, por favor, que nos casamos en dos meses.
El problema era ese, para mi rodar en el Nordschleife era un sueño, para ella no era nada. Lo mismo que pensaba Rebeca, lo pensaban las parejas de mis amigos, así que iríamos solos.
Bajé al garaje, encendí el Gt-R y me dirigí a la gasolinera. Fui el primero en llegar, poco después llegó Iago en su Scirocco Tdi, y por último Alba y su 325. Todos teníamos cara de sueño, que Alba y yo intentábamos ocultar con nuestras gafas de sol de aviador. allí le hice entrega de un regalo para estrenarse en las tandas, un casco, ya que ella no tenía. Tras una breve conversación, nos pusimos en ruta. Cruzamos España, rumbo a Francia, donde hicimos noche. después cogimos rumbo a Luxemburgo, y por fin ví la frontera alemana, las autobahn, les dije por los walkies que nos dió Iago que iba darle un gustazo a mi pie derecho aprovechando un tramo sin límite de velocidad. Y por fin, allí estábamos, era mediodía, habíamos llegado a Nürburgring. 

Nos dirigimos al Dorint, recogimos nuestras llaves y subimos a las habitaciones, eran contiguas, sólo que la de Alba disponía de cama de matrimonio, mientras que Iago y yo dormiríamos cada uno en una cama de 90 centímetros. Después, decidimos lavar nuestros coches en una gasolinera cercana. Después de comer y de una siesta, decidí ir a visitar al japonés para recoger los pases. Mis amigos decidieron acompañarme, iríamos todos en el GT-R. Por motivos de espacio, y como era la más menuda Alba viajó en el asiento de atrás, del que dijo ser un suplicio para un viaje largo, pero para uno corto bien valía. Era un mero armazón de fibra de carbono al aire cuya única concesión a la comodidad era una especie de cojines del mismo tono que los asientos delanteros. En cinco minutos nos pusimos en las instalaciones de Nismo en el Nordschleife. allí un señor japonés de unos cincuenta y tantos nos estaba esperando. Se presentó, era quién me contestó el mail. Nos hizo entrar en el coche dentro de aquella nave y nos quedamos asombrados con las máquinas que allí había, varios prototipos de Gt-R, con pinturas de camuflaje, un GT-R Gt3 de carreras, y al fondo de la nave, un R390 Gt1 de calle, azul, con matrícula japonesa. El japonés nos enseñó aquel taller que estaba muy limpio e iluminado, casi parecía un quirófano, nos subió a su oficina. Desde su iPad, buscó algo, lo encontró y me acercó la tableta, era una foto, en blanco y negro, salía mi tío, bastante joven, y el japonés dándose un apretón de manos. Estaban al lado de un 240Z, con matrícula suíza. Me contó que se conocieron en Suíza, donde el señor Ichiwara, trabajaba como director comercial de la por aquel entonces Datsun. Se hicieron grandes amigos y desde aquella mi tío siempre condujo un coupé de la marca japonesa. Nos dio los pases, eran de todo el fin de semana, le agradecí su comportamiento para con nosotros, y tras explicarnos como serían las tandas del domingo le pregunté por mi GT-R, su respuesta fue:
- Es una unidad única del GT-R, basado en el Black series, tiene frenos cerámicos, capó delantero, parachoques, aletas delanteras, spoiler, alerón, tapa de maletero y puertas en fibra de carbono, los asientos tienen armazón de fibra de carbono, y el trasero también. Las llantas son más ligeras que las de stock. su tío quería que su GT-R fuese algo más ligero, y yo lo hice. disfrute de su coche, no hay otro igual en Europa.
Esa noche me costé pronto, al día siguiente me esperaba cumplir un sueño. A la mañana siguiente desayunamos rápido, pusimos las pegatinas de los pases en el parabrisas y nos pusimos a rodar por el anillo norte, primero poco a poco, cogiendo cada vez más confianza con los coches y el trazado. Salía de último entre mis amigos, y me vengué de Alba, la adelanté en el salto que hay tras una recta, noté como el coche flotaba en el aire, aterricé con suavidad y a seguir, hasta que llegué a mi curva favorita, el "Karussell" la tracé con toda la finura que pude, ayudado por las bondades de Godzilla. Personalmente la parte del circuito que mas miedo me daba era "Adenauer Forst" una zona que había que trazar con tiralíneas.
Y estuvimos rodando hasta el mediodía. Paramos para comer, y los invité a comer en el asador "el chueco". allí me reencontré con una vieja conocida, Daniela, la chica de la concentración de coches americanos, que esta vez no llevaba su Shelby GT500 de 2010, sino una Kawaski Ninja. A su lado había una chica que se bajó de un Civic Type R amarillo. Ambas respondían al prototipo que tenemos en España de mujer alemana, la "rubia aria". sobre todo la chica del Civic, Rubia, de clarísimos ojos azules. Llevaba una sudadera de una famosa marca de refrescos energéticos y su largo pelo rubio recogido en dos trenzas. Después volvimos a rodar hasta que el circuito cerró. cada vez me sentía mejor conmigo mismo, estaba en el paraíso, coches de todos los países, una leyenda de más de veinte kilómetros donde nos juntábamos una pandilla de locos, me había olvidado del tormento de las amenazas, pero algo me faltaba, era ella. La necesitaba, necesitaba uno de sus besos. Después de cenar subí a mi habitación, Iago se había ido de fiesta con las dos alemanas, que al día siguiente no participarían en la tandas cronometradas. Puse la televisión para evadirme un poco y dejar de echarla tanto de menos. Pero la televisón se puso también en mi contra, el canal era la MTV, sonaba This I Love the Guns 'N' Roses, y empecé a notar una sensación de asfixia.

Apagué el televisor para evitar oír esa triste melodía que me estaba matando y salí al balcón, contemplé el circuito vacío de Gran Premio, el "GP Strecke" apoyado en la barandilla. Vi que Alba también estaba en el balcón, estaba hablando por el móvil, se despidió cariñosamente del otro interlocutor, supongo que sería su novio, y se acercó al tabique diagonal que separaba un balcón de otro.
- La echas de menos ¿verdad? 
- Sí, un poco. Al decir eso no pude evitar sonreir.
- ¡Milagro! has sonreído, jaja.
- Sí, he cumplido mi sueño, siempre quise venir aquí.
- Quiero hablar contigo...
- Vale, ¿de que quieres hablar? Deportes, música...
- De tí -me interrumpió-.
- No te van los deportes ni la música eh... anda entra, que te vas a dejar ahí el cuello.
Entró en mi habitación y tras refregarme que su cama era más grande que la mía, volvimos al balcón, estábamos en abril, y no hacía demasiado frío como para estar en el balcón.
- ¿Dónde va Iago?
- De fiesta con las alemanas, lo invitaron a su habitación, hoy triunfa....
- No vine a hablar de Iago, si no de ti ¿por qué no me contaste que te estaban amenazando?
- No quiero molestar a nadie con mis problemas, y esto a lo mejor acaba salpicando a terceros, y eso sí que no.
- Pues cuando uno tiene un problema debe hablarlo con sus amigos, ¿es que no soy tu amiga? ¿no confías en mi? sabes, me tienes preocupada.
- No eres una amiga para mí, eres la hermana que nunca tuve, confío en muy poca gente, y tu eres para mí de total y absoluta confianza. Soy así, porque me han hecho mucho daño, la gente me trató siempre como una mierda, nunca confíe en nadie. Y las chicas, buff, sólo me hablaban para pedir apuntes o para reírse de mi, y en esto llegó Rebeca, ví que era sincera y aquí estamos, a punto de casarnos. Te digo una cosa, tengo mu pocos amigos, pero me dejo la piel por ellos. 
- Lo mismo digo, si necesitas algo... Tras decir eso se acercó y me dió un abrazo.
- Espera, tengo una idea, sígueme que vamos a hacer una locura.
- ¡¿Qué?!
- Si no quieres venir, voy sólo.
- No, espera.
Bajamos a por mi coche, me dirijí a la verja de acceso de la pista de Gran Premio, la abrí mientras ella no dejaba de gritar, que aquello era una locura. Empezamos a rodar, cada vez más rápido, ella para picarme me decía "si pretendes impresionarme, misión fallida", después le dejé a ella llevarlo, le llamó la atención lo que se agarraba y a mi la delicadeza con la que trataba al volante, conducía rápido pero no daba sensación de velocidad.
Después de cinco o seis vueltas volvimos a nuestras habitaciones, había que descansar para las tandas cronometradas. Sería la una de la madrugada, Iago había vuelto, más bien lo habían traído, llevaba una buena borrachera, las tandas las haría con una buena resaca...
Y llegó la mañana, las tandas empezaban a las 11, pero a las 10 había que ir a un briefing. Fuimos a desayunar Alba y yo, mientras Iago dormía porque pasaba de ir al Briefing. Tras desayunar, subí a ponerme el mono y el resto de la indumentaria racing. Mis amigos de tandas decían que mutaba con el mono puesto, que me volvía más callado y tenía una mirada diferente. Alba flipó al verme bajar del coche al llegar a aquella charla, me preguntó por qué llevaba el mono puesto, le dije la verdad: siempre quise ser piloto de carreras, y así mataba el gusanillo. Nos explicaron que saldríamos a las tandas en intervalos de dos minutos, se nos clasificaría en dos categorías, gasolina y diesel, y dentro de cada de esos grupos había varias clases, yo corría en la más alta entre os gasolina. lo mas llamativo era que esas tandas estaban limitadas a coches de serie. Mientras esperábamos, un tío nos dió un empujón a Alba y a mí.
- Get out of my way, idiots!
- Hey! be careful! le gritó Alba, mientras yo me remangaba el mono para partirle la cara a aquel niñato maleducado. era normal recibir un empujón, había bastante gente agolpada, pero se disculpaban. Ella me agarró un brazo para impedirlo. Un chico nos dijo que ese tío era un gran empresario farmacéutico suizo, que fue el más rápido de esas tandas durante dos años consecutivos. Llevaba un Porsche 911 GT3RS 4.0, una máquina que lucía en la ventanilla trasera la pegatina conmemorativa de "King of the Ring 2011 y 2012" que te dan al ser el más rápido de las tandas. Pues ya podía irse olvidando de su tercera corona, se la iba a sacar. le dije que iba a batirlo, se echó a reir, pero me dio igual.
entonces empezamos a rodar, primero salieron los diesel, Iago, aún con resaca, quedó de quinto. la sorpresa la dio Alba, con su estilo fino de conducción, logró el segundo puesto de su categoría, y fue el primer BMW no M, mejor clasificado de toda la jornada. Y después venían los Gt´s. ahí estaba yo. El suizo idiota salió justo antes que yo. las normas eran dar dos vueltas, la primera de reconocimiento y la segunda un "Time attack". Cuando alba llegó, me acerqué a felicitarla por su segundo puesto. Tras eso un comisario me avisó de que yo saldría a pista en tres minutos, me acerqué a mi coche, me puse el casco, me senté y me puse los guantes. Estaba concentrándome, unos golpecitos en el cristal me sacaron por un instante de mi mundo interior, era Alba, aún con el casco puesto, que me deseaba suerte con el pulgar levantado, Iago a su lado asentía. Salí a pista, di la vuelta de reconocimiento con cautela, la pista GP no me daba miedo, el anillo norte sí, era imposible memorizar referencias para más de veinte kilómetros de trazado. Y entonces tras un buen rato, encaré la recta de meta del circuito de GP, aceleré todo lo que pude, empezaba mi tanda, el sonido del motor a altas revoluciones era maravilloso, los neumáticos expresaban su dolor en forma de chirridos y las válvulas de descarga del turbo lanzaban unos soplidos espectaculares con cada cambio de marchas, así, curva tras curva, dejé el circuito de GP para entrar en la zona norte, empezaba un baile, las leyes de la física y yo parecíamos bailar un vals sobre el filo de una navaja, que era el circuito, un circuito con leyenda negra, si fallas, no hay salida, la muerte te acecha en cada curva, doce personas fallecen de media al año en el "anillo de los nibelungos". Iba a tope, llevaba puesto el modo R, quería correr todo lo posible minimizando riesgos, no soy Schumacher. Llegué al "Karussell" lo tracé con finura, las fuerzas G parecían querer darme una bofetada. Aceleré y salí de la curva. Seguí yendo y lse acabó mi tanda. Al bajar del coche, mis dos amigos se acercaron corriendo a mí, me dijeron "ibas a toda ostia, era impresionante verte trazar la primera curva". Salieron los tiempos, ¡Sí! era el ganador, no sólo eso, fui el tiempo más rápido jamás hecho por un piloto no profesional. El suízo se puso rojo y empezó a gritar que quería dar otra vuelta. Menuda rabieta de niño... Llegó la pequeña ceremonia de entrega de trofeos. Alba sonreía desde el podio alzando su plaquita conmemorativa. Yo recogí un gran trofeo, sonreía, y por un momento me pareció ver a mi tío entre la gente sonriendome, entonces unas lágrimas de emoción empezaron a brotar de mis ojos. Me dieron la pegatina de "King of the Ring 2013" que pegué en la ventanilla trasera de mi Gt-R. Ya por último pedí permiso para que mis amigos y yo aparcásemos nuestros coches en la recta de meta para sacarnos una foto con ellos. La hicimos y nos fuimos al hotel. Al día siguiente, carretera hacia Stuttgart, visitamos el Museo Porsche, donde babee de lo lindo viendo al natural el 917 que salía en la película "Le Mans", conducido por Steve McQueen. El de Mercedes, no pudimos verlo por estar cerrado.
Volvimos a casa, nuestras parejas estaban deseando vernos. Nosotros paramos en la misma gasolinera que fue el inicio del viaje. allí nos despedimos y volvimos a nuestras casas. Una experiencia inolvidable, un sueño hecho realidad y un gran viaje con mis mejores amigos, ¿puede haber algo mejor?

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